En los últimos 20 años, lagos y arroyos en lugares remotos del Reino Unido, el sur de Escandinava y el este de América del Norte han ido adoptando paulatinamente un color amarronado debido a la materia orgánica disuelta. Un equipo internacional, dirigido por investigadores del University College de Londres y la Agencia para la Protección del Medio Ambiente (EPA) de EE.UU., sugiere que el cambio del color podría indicar un retorno a un estado preindustrial, más natural, por disminución de los niveles de lluvia ácida.
"Una enorme cantidad de carbono se almacena en forma de depósitos orgánicos en los suelos, y particularmente en las turberas que rodean muchas de nuestras aguas superficiales. En las últimas dos décadas, una cantidad creciente de este carbono se ha estado disolviendo en nuestros ríos y lagos, coloreando el agua de marrón", explica Don Monteith, investigador del Centro de Investigaciones sobre el Cambio Medioambiental en la citada universidad.Ha habido numerosos intentos de explicar lo que está pasando, con toda una gama de causas citadas como probables que van desde el calentamiento global hasta el cambio en el uso de la tierra. Algunos estudios han sugerido que estamos viendo un fenómeno inaudito desencadenado a medida que el suelo se desestabiliza con consecuencias imprevisibles para el ciclo global del carbono.
Analizando los registros químicos del agua de unos 500 lugares en el hemisferio norte, los investigadores han llegado a la conclusión de que el factor dominante en el proceso no es el calentamiento global. Según ellos, el factor más importante ha sido en realidad una notable reducción de lluvias ácidas desde los años setenta. A medida que la acidez y las concentraciones de contaminantes en el suelo descienden, el carbono se vuelve más soluble, lo que significa que más de este elemento pasa a los lagos y ríos, y más puede transportarse a los océanos.Según los autores del estudio, en cierto modo estamos viendo a las aguas retornar a su estado natural, preindustrial. Sin embargo, se necesita más investigación concerniente a las implicaciones que esto trae para los depósitos de agua dulce. Los itinerarios medioambientales de metales pesados como el aluminio y el mercurio, por ejemplo, están atados estrechamente al carbono orgánico disuelto, y es demasiado pronto para saber cómo la materia orgánica en aumento afectará a estos compuestos tóxicos.Los datos para este estudio fueron obtenidos de programas de monitorización financiados nacionalmente en el Reino Unido, EE.UU., Canadá, Noruega, Suecia y Finlandia. Se evaluaron las tendencias en el carbono orgánico disuelto, temperaturas del aire y una amplia serie de otras variables químicas usando datos de 1990 al 2004.
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