Muchos animales son capaces de vivir consumiendo menos oxígeno que los humanos, que necesitamos el oxígeno para convertir las grasas y los azúcares en energía. A veces, la reducción de consumo de estos animales es de hasta diez veces, y todavía se desconoce mucho acerca de los mecanismos moleculares que gobiernan estas adaptaciones.
Pero ahora, científicos del Instituto de Biotecnología de Flandes (VIB), han estudiado la función de una molécula sensora de oxígeno llamada Phd1. Esta molécula actúa como un «contador de oxígeno» y cumple una importante función al adaptar el metabolismo del cuerpo durante el paso de un ambiente rico en oxígeno a un ambiente pobre en oxígeno.
Para ver los efectos de esta molécula, crearon ratones incapaces de producir Phd1 y posteriormente les bloquearon una arteria, evitando de ese modo, la circulación de oxígeno al músculo. Para sorpresa de los científicos, esta acción no supuso la muerte del músculo, a pesar de que éste había recibido muy poco oxígeno para sobrevivir en condiciones normales. Este fue posible ya que el tejido se había «reprogramado» a sí mismo a un estado metabólico que usa menos oxígeno y, de ese modo, permitía que el músculo siguiera funcionando en un medio con poco oxígeno.
Estos descubrimientos podrían tener implicaciones muy importantes, por ejemplo, en un ataque cardíaco, el músculo del corazón padece una falta de oxígeno cuando los vasos sanguíneos que le proporcionan el oxígeno son bloqueados. También para tratamientos de derrames cerebrales, o para que los cirujanos que llevan a cabo operaciones pudieran interrumpir sin peligro el suministro de oxígeno a los órganos durante un período de tiempo más largo.
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